Crónica Maria Eugenia Castillo

La Hermandad de la Bandera Negra


“Me es grato encontrar una bahía, que nos dará inquietantes sorpresas” (Diario de un navío del Pacifico 1778, SR Frances Drake)

         Es difícil imaginar que un pirata inglés, de buena cuna y educación de reyes y reinas, pudo haber llegada al histórico pueblo de Guayacán, en la bahía de la Herradura.
         La tradición nos dice que la pequeña bahía fue el escondite de corsarios que en el siglo XVII enterraron grandes tesoros como vivida existencia de su paso por el nuevo Mundo.
         Debe ser sobrecogedor imaginar estos grandes navíos por el Estrecho de Magallanes o cruzar el Cabo de Hornos , entre el mar bravío y el oleaje desenfrenado al paso de Thomas Cavedich, Bartolomé Sharp, Eduardo Davie y John Hadwkins, todos ellos expertos en asaltar y emboscar galeones , que transportaban los tesoros y riquezas llevados desde America a Europa.

        Casi terminando el año 1578 y comenzando un caluroso verano ancló en la Bahía de Guayacán, una majestuosa nave  llamada Golden Hind , el cual comienza su baile por las aguas del tranquilo mar , sufriendo un revés en la ciudad   de la Serena que los obligo a zarpar rumbo al norte.
        Luego de veinte años otra vez es interrumpiendo la tranquilidad de la bahía en días del frío invierno , ingresan simultáneamente dos galeones , una capitaneado por el hebreo Deul y el Normando Dayo , ambos piratas decidieron compartir el escondite para el fruto de sus correrías.
       Ocurrió sin embargo un episodio inesperado, en un atardecer lluvioso y ventoso, llega un joven corsario llamado Henry Drake que estaba aguardando salir rumbo a Cuba es descubierto por el corsario hebreo y el normando, luego de discusiones, peleas y argumentos de alta mar , deciden crear cerca de las arenas invernales “La Hermandad  de la Bandera Negra”.
      Los vientos estuvieron quietos durante cuarenta y cinco años, siendo el escondite predilecto de los piratas el Océano Pacifico, esa noche del año 1645 una poderosa flota española enviada por el virrey del Perú don Pedro Toledo y Leiva, tiene como misión destruir el refugio, sepultando la entrada a los socavones que guardaban las fabulosas riquezas escondidas por el triunvirato del mar.
     Al llegar los albores del mes de septiembre y recordar nuestra independencia temprana, convierten a Guayacán en la atracción de muchos exploradores que invirtieron fortunas en buscarla sin resultados positivos.

    Sin embargo existieron vestigios humanos, que con sus aventuras , hicieron aparecer historias de carácter noticiosas en los diarios locales . Es el caso del lugareño Manuel Castro que en mayo de 1926 rescató una olla que contenía planchas de cobre y pergaminos con extrañas leyendas, que una vez descifrado le permitió seguir un deposito lleno de cadáveres y ochenta jarrones llenos de oro y plata que según el plano se encontrarían allí.

    En la actualidad continúan hombres anónimos que dejando familias, amigos y ciudades deambulan en las calles, el cementerio inglés, la fundición, el  pueblo histórico y su iglesia. Siguen la huella de los corsarios ingleses , que guiados por los recuerdos fantasmales han mantenido viva la historia añejada que en un pueblito lejano al sur de América existe un extraordinario tesoro esperando ser descubierto y así formar parte de la gran aventura de la “ Hermandad de la Bandera Negra"


Maria Eugenia Castillo