Leyendas Regionales

LEYENDA DEL CRISTO ELQUINO

Cerca del año 1920, Domingo Zárate Vega recibió toda la herencia que le correspondía de su padre, que era bastante abundante. Rápidamente, despilfarró todos sus bienes apostando en carreras de caballos a la chilena en Vicuña. Después de ello, no le quedó ni hogar ni nada fuera de una profunda depresión. Decidió aislarse y entregarse a la meditación habitando cuevas en la cordillera. 
Se retiró al silencio por cuatro años y durante ese tiempo su barba y su pelo crecieron sin que nunca más fuesen cortados. De ahí en adelante, vistió un sayal o túnica café y sandalias.
En ese tiempo sintió que con una familia de criadores de cabras de la montaña estaba a gusto y que podía continuar su vida de oración con ellos. Así lo hizo hasta 1927.
En este año se apareció por primera vez en la plaza del pueblo de Alcohuaz y predicó a las pocas personas presentes. Exponía la idea de que un mundo debe acabarse y otro empezar.
Así siguió enseñando de pueblo en pueblo. Se lo vio en Horcón, La Unión (actual Pisco Elqui), Paihuano, Rivadavia, Vicuña y La Serena. Llegó, incluso, a Santiago donde predicó en varias plazas frente a grandes multitudes de personas que oían con atención.
Mucha gente se le fue uniendo en su peregrinación y hasta la prensa siguió al Cristo de Elqui en su travesía. Así se hizo famoso en el país entero. El resto de su vida no paró de predicar, pero de a poco la gente lo fue olvidando. Al punto que nadie sabe dónde pasó sus últimos días.

Leyenda local muy difundida, con distintas interpretaciones, pero fue realidad.


NARRACIÓN E HISTORIA DE TRES HERMANOS CAMPESINOS

      Un pirquinero llamado Raymundo, mantenía en su poder un mapa, se trataba de un tesoro que permanecía enterrado  en el cementerio del pueblo, y las indicaciones sobre su ubicación, era una cruz pintada de dos colores, mitad roja mitad azul, con una inicial en el centro, una letra A – el cual se trataba de un ataúd que en su interior estaba lleno de monedas de oro.

    Un día por las cosas del destino que suceden, llegó a poder de tres hermanos campesinos, Ramón, Pedro y Floro, un buen día, los tres hermanos se pusieron de acuerdo y tomaron dirección en la noche hacia el cementerio, les fue fácil ubicarlos guiado por el mapa que poseían, efectuando las tareas del desentierro, lo encontraron pero no lo retiraron, decidieron ir en consulta con un anciano del lugar que sabía  más al respecto sobre el entierro, acordaron de repartirlo en iguales cantidades. Una vez hecha la consulta, el anciano les dijo que había que esperar un año después del descubrimiento, por cuanto antes podrían tener malas consecuencias al hacer uso de ellas. Que había que desenterrarlo en la noche de San Juan, el 24 de Junio después de las 24
horas. De inmediato los tres hermanos, quedaron de acuerdo en no hacerlo hasta la fecha indicada, pero Ramón, quebrantó el acuerdo y decidió ir una noche sólo al cementerio, cavó y abrió el ataúd y sacó varias monedas, al sospechar los otros dos hermanos le fueron a consultar a la conviviente dónde se encontraba Ramón. Esta les dio una especificación muy vaga sobre su paradero, y de inmediato ésta se dirigió hacia el cementerio, en vista que Ramón no había regresado en todo el día, ya que era de noche, y con las indicaciones que éste le manifestará muy pronto dio con el lugar indicado encontrándolo muerto con las dos  manos apretadas y llenas de monedas. Se las sacó y se retiró, al llegar a su domicilio Margot también murió.

   Pedro de inmediato juntó las monedas que ella trajo y fue a dejarlas al cementerio, pensó que todavía no se cumplía el plazo de un año para retirarlas, al abrir el cajón o ataúd para guardar las monedas, de sorpresa se encuentra con el cuerpo de Raymundo convertido en difunto, lanzó un grito de terror y al instante falleció. Al tener conocimiento de todos estos acontecimientos Floro decidió irse para Santiago. Llegando la noche de dirigió al cementerio, sacó todas las monedas de oro, en los momentos que efectuaba ese trabajo alguien lo vio y se acercó. Este de inmediato reflexionó y le dio muerte, de regreso a casa, le manifestó a su madre que se iba, se dirigió rumbo a la Estación, la madre intranquila optó la misma decisión, subió al tren momentos antes de la partida y lo ubicó en unos de los asientos de los carros, encontrándolo muerto con la maleta llena de monedas.

EL CULEBRÓN

Desde hace cientos de años. El Culebrón en este valle de Elqui se le describe por los habitantes indígenas en petroglifos dibujados en piedras medianas al interior de Cochiguaz  y Alcohuaz, como una culebra con una cabeza en ambos extremos con aletas con las cuales vuela, pero de noche, durante el día se mantendría escondido  en los matorrales y se mueve con gran lentitud, de dos metros de largo, el grueso como las pantorrillas de un hombre, color manchado oscuro.

En el Siglo XVII y XVII cambia su descripción y su forma. Es una culebra que mide un metro de largo, rabón o su cola atrofiada, en la cabeza una melena de pelo similar a las  cerdas largas del cerdo, color negro brilloso con listas blancas, habita en los matorrales con preferencia  en la orilla del río y de los canales de regadío tiene predilección por cañaverales abultados.

En varias ocasiones se le ha visto flotando en sus aguas. Es un mito muy antiguo, por cuanto, por cuanto existe en la colección de antigüedades del Seminario de la Serena, un vaso  con el dibujo del culebrón con las mismas características que lo describen los indios mapuches, diaguitas en los siglos antes mencionados. El vaso que fue encontrado en una sepultura indígena en un sector del Valle de Elqui, según declaraciones hechas por varios ex alumnos del Seminario. En petroglifos dibujados en piedras medianas  al interior del río Cochiguaz y Alcohuaz se puede observar tal dibujo.

EL CARBUNCO

Los habitantes antiguos de la comuna de Paihuano, lo describen como un animal que se asemeja  a una pequeña tortuga que tiene concha y cuatro patas y su tamaño es igual al de un ratón que produce un luz como la luciérnaga. Tiene hábitos nocturnos que habitan en las cumbres de los cerros y baja en las noches oscuras a tomar agua al río o canal. Se supone que  hay bastante oro y riqueza en su interior, por lo cual atrae la codicia y llama la atención a los mineros, que se dedican al cateo de minas en los sitios recorridos por la luz tan potente producida por este animal.

En 1886 Rufino Rojas, trabajador de la Hacienda  Peraltina, ubicada en Chañar Blanco, en los momentos que desarrollaba labores de regadío de noche. Desde la cumbre de la loma por una beta rosada del cerro ubicada al poniente, vio que bajó una luz muy potente descendiendo lentamente hasta llegar al canal con agua, después de unos instantes transcurridos, regresó por la misma dirección que lo hiciera de bajada, hizo comentarios que se trataba de un Carbunco.
                        
En 1906, Benito Jiménez, propietario de una construcción de pirca de piedras dio con un Carbunco y lo mató, instalándose con una panadería y negocio de almacén en el pueblo de Paihuano.


EL CAVILOLÉN
(Ser mitológico del Norte Chico, Chile)


Este ser es fruto de las leyendas de la IV región de Chile. Ubicándose precisamente en el norte chico, en el Valle del Choapa. Se cuenta que por esos lugares, entre los cerros de la precordillera andina, tiene su morada, en una misteriosa cueva, un extraño ser, mitad hombre, mitad chivo, llamado por los lugareños Cavilolén.
Se dice que Cavilolén es hijo de un ser que reinaba en una cueva ubicada en Salamanca. Esta es muy conocida pues era el punto de reunión de los brujos desde los tiempos de la colonia y cuyo jefe o dios era un chivo. Se conocía al lugar como la cueva del chivato más tarde famosa como la Cueva de Salamanca. En este reducto se congregaban los brujos para sus ritos malignos en el cual se ofrendaba una bella doncella de la zona a su dios el macho cabrío.
De una de estas sesiones de culto a la maldad y lo oscuro. Una muchachita ofrendada dio a luz luego del rito a un extraño ser, mitad humano como ella, y mitad chivo como su progenitor, el dios de los brujos criollos. Este suceso trajo a la cofradía un inmenso regocijo y buscaron inmediatamente una cueva que sería conocida como la cueva del Cavilolén, nombre con el cual fue honrado por los demonios.
Cavilolén pasó con el tiempo a ocupar el lugar de su padre, quién fue destronado. Heredando así, cuanto reino de maldad habíase creado en torno a su progenitor.
Cavilolén heredó en sus costumbres y por genes el deseo incontenible de poseer a muchachas muy jóvenes y vírgenes para satisfacer sus instintos. Las buscaba apenas caía la tarde y con noches de luna en el valle corría con su doncella una vez atrapada por los riscos entre los cerros de la precordillera hasta alcanzar su guarida donde poseía a la infortunada que caía bajo el embrujo de este ser lascivo.
Se cuenta que el Cavilolén es inmortal, pero puede de una forma muy especial, ser exterminado. Para ello debe de ser usado un cuchillo con hoja de plata precisamente durante el periodo de cuarto menguante de la luna, pero sólo puede sucumbir a manos de una doncella.

CUEVA DEL CHIVATO

Una de las tantas Cuevas del Chivato, existió al pie de un cerro de la ciudad de Valparaíso, y dicen que era honda como la eternidad. Esta cueva estaba situada en el centro de la población. Los habitantes de Valparaíso sabían que había dado a la cueva su nombre y mucha celebridad cierto chivato monstruoso que, por la noche, salía de ella para atrapar a cuantos por ahí pasaban. Era fama que nadie podía resistir a las fuerzas hercúleas de aquel feroz animal y que todos los que caían en sus cuernos eran zampuzados en los antros de la cueva, donde los volvía Imbunches si no querían correr ciertos riesgos para llegar a desencantar a una muchacha que el chivo tenía embrujada en lo más apartado de su vivienda.
Los que se arriesgaban a correr aquellos peligros tenían que combatir primero con una sierpe que se les subía por las piernas y se les enroscaba en la cintura, en los brazos y la garganta, y los besaba en la boca; después tenían que habérselas con una tropa de carneros que los topaban atajándoles el paso, hasta rendirlos, y si triunfaban en esta prueba, tenían que atravesar por entre cuervos que les sacaban los ojos, por entre soldados que les pinchaban. De consiguiente, ninguno acababa la tarea y todos se declaraban vencidos antes de llegar a penetrar en el encanto. Entonces no les quedaba más arbitrio para conservar la vida, que dejarse imbunchar, y resignarse a vivir para siempre como súbditos del famoso chivato, que dominaba allí con voluntad soberana y absoluta.
Lo cierto es que nadie volvía de la Cueva a contar lo que acontecía, y que casi no había familia que no lamentara la pérdida de algún pariente en la Cueva, ni madre que no llorase a un hijito robado y vuelto imbunche por el chivato, pues es de saber que éste no se limitaba a conquistar vasallos entre los transeúntes, sino que se extendía hasta robarse todos los niños malparados que encontraba en la ciudad.